martes, 21 de octubre de 2008

Mi Buenos Aires querido y querible

Arreciaban todas las lágrimas del universo por dentro. Pero la emoción acumulada ejercía tanta presión en el interior, que ni una sola gota salada pudo fugarse por el lacrimal. Afortunadamente, algo había aminorado el peso de los fluidos oculares cuando por vez primera en mi vida, dejé de soñarte y te divisé en el horizonte diáfano, desde el faro de Colonia.

Cruzando el Río de la Plata de Este a Oeste y de Sur a Norte con rumbo a tus entrañas, los elementos se aliaron para hacer de mi llegada y tu recibimiento un espectáculo de colores más teatral o pictórico que prosaico y real. Atardecía el anciano invierno austral sobre las aguas inabarcables en tonos rojos de fuego, dibujándote esbelta, sólida y sosegada en un contraluz onírico.

A velocidad inversamente proporcional al latido de mi corazón acelerado y exultante, te acercabas a mí, mientras te contemplaba absorta y feliz, conmovida e incrédula, henchida de reverencia, evocación y amor; saturada de emociones, a punto de explotar.

Tu horizonte permanece en mis pupilas fresco, rojo y palpitante.

9 comentarios:

Olympia dijo...

Me abstengo los comentarios acerca de esa imposibilidad de derrochar agua salada por los orificios de tus lagrimales... Cierto es que no existió momento alguno en el que Baires temblara por una posible inundación, pero seamos realistas, la primera parada y la primera visión de tu Buenos Aires querido acongojó tu estado de ánimo, y siendo un poco eufemistas... digamos que...hizo humedecer tus ojos. ¿Te parece bien así?
Me alegro haber compartido contigo el viaje de tu vida...

Isabel dijo...

Se echan de menos esas emociones, permanecen en la retina las visiones que se imprimieron en el corazón. Qué bien describes todo eso. Besitos.
http://senderosintrincados.blogspot.com

jorge dijo...

Tengo una duda ¿tenias ganas de ver Buenos Aires?

Tu amiga ana dice que lloraste, ¡que acusica!

Como siempre tu facilidad de palabra hace de esa llegada una delicia de leer.
Intento imaginarme tu descripcion de la primera vez que...bueno de cualquier primera vez.

La foto estupenda, y la mujer de la foto guapisima.

La oveja magenta dijo...

Pues tengo que decir, Jorge, que mi amiga Ana, gracias a cuya excelente cámara salieron las fotos que salieron, tiene toda la razón.
Creo que no hubo día, salvo el primero, en que no llorara. Lo que quería decir es que a medida que el barco se acerca a Buenos Aires y mi emoción aumentaba, del mismo modo que mi sueño se cumplía, me extrañó mucho no derramar ni una lágrima. Pero seguro que se debía a demasiado sentimiento que a veces, nos bloquea.

Beso

Ceceda dijo...

mi llegada a Buenos Aires estaba teñida de plata, el río-mar parecía haber acogido en sus aguas a todas las estrellas del firmamento. En aquel momento yo era la cuarta generación que arribaba a aquel puerto y con qué abismo...los bisabuelos huyendo del hambre, yo siguiendo los pasos de mi hija que ya me había ganado en la visita.
Me encanta tu descripción, algún día vendrás y charlaremos de Buenos Aires.
Besinos

Ivanx dijo...

Las visitas planificadas traen encuentros inesperados. Lo que me dejó mi larga estadía en tierras ríoplatenses fue una colección de momentos compartidos que a día de hoy me hacen sentir extranjero de mi mismo y oriundo de otras vidas.

Fue un placer estar, un placer coincidir y un placer compartir.

Unknown dijo...

Yo siento nostalgia sólo porque vive en mi la posibilidad de dejar Buenos Aires algún día. Cada vez que me alejo un poquito de esta ciudad, la quiero más.

Saludos de una colega.
www.tiemblatierra.blogspot.com

MaríaT dijo...

Pero que guapo lo cuentas, hija. Espero el siguiente capítulo... Tal vez lo lea más al sur que nunca ;-)
Besoooooos

horabaixa dijo...

Hola Libertad,

......cuando yo te vuelva a ver,
no habrá tristeza ........

Que bueno que viniste !!!!!