sábado, 17 de enero de 2009

Cuaderno de bitácora I

Dicen quienes mejor me conocen (se nota mi casi obsesión por ese afán secular de conocerse a uno mismo) que sorprende mi capacidad para emocionarme con una facilidad más propia de otra edad, temprana. Dicen también que llama la atención la inocencia que aún conservo (aunque yo, claro, haga todo lo posible para disimularlo en esta selva) y mi enorme curiosidad por absolutamente todo: son paradigmáticos y mundialmente famosos mis interrogatorios a todo bicho que se me acerque.
Quizá este batiburrillo que configura en parte lo que soy y cómo soy esté interrelacionado. La única verdad es que esa soy yo: un saco de emociones, de preguntas, de inocencia (de verdad, que no es broma).
Con todo, creo que hasta la más fría alma de este mundo se emocionaría, o al menos se estremecería un poquito, al atar cabos espacio-temporales en la maravilla que supone que una persona pueda viajar 10.000 kilómetros en 12 horas, tiempo que, hace no muchos años, daba -en circunstacias favorables- para ir de Barcelona a Salamanca en coche.
El martes por la noche, estaban en Madrid - Barajas y el miércoles a primera hora, Buenos Aires - Ministro Pistarini, así, como sin darse importancia.
El viernes por la tarde, estaban en Buenos Aires - Pistarini y ese mismo día, antes de cenar, en Ushuaia - Islas Malvinas: vamos, lo que viene siendo de toda la vida -excepto el lapso finisterriano-romano- el fin del mundo. Así, sin darse importancia.
Y a mí eso, pues oye, que me emociona.

***Atención: la palabra "emoción" y sus derivados aparecerán en número excesivo en este blog durante los próximos días***

Total, emoción a tutiplén y sin complejos. Así que, para no repetirme más, les cedo a ellos la palabra y que cuenten a su particular modo esemesil y telegráfico el viaje de su vida:

- 16 de enero de 2008, 14:02 (hora española):
"En un rato, hacia Ushuaia vía Calafate. O sea, que tardaremos. Todo va muy bien. Besos australes".

- 16 de enero de 2008, 15:48:
"Todavía en Ezeiza. ¡Esto es Argentina, che! Daré un toque desde Ushuaia no sé a qué hora. Beso".

Respuesta: "Si vuestro vuelo es el que creo, sigue figurando como demorado. Pues... Sí, ¡bienvenidos a la Argentina! Jaja. Besote".

- 16 de enero de 2008, 20:53:
"Ushuaia. Un fin del mundo. Hace frío y llueve. Beso australísimo".

- 16 de enero de 2008, 00:52:
"¡Hotel que te cagas! ¡Y vaya sitio! Realmente esto es un mundo diferente. Y nos vamos a cenar centolla. Besos".

Respuesta: "Dadle, dadle a la centolla. Jaja. A lo mejor también os encontráis con Rodolfo Langostino. Anda que, estais a tomar vientos. Besote".

- 17 de enero de 2008, 11:50 (mi saludo mañanero):
Un solo vistazo en el paisaje fue suficiente para demostrarme cuán diferente era de cualquier cosa que hubiera visto antes. Charles Darwin, El Viaje del Beagle.

A la espera de respuesta, continuará.

jueves, 15 de enero de 2009

3 en 5

Hace cinco meses, cumplí un sueño de vida tan irracional como sentimental y postergado: hace cinco meses, crucé un río que no es río, pero que tampoco es mar para desembarcar en las orillas de la ciudad tantas veces esbozada, escrita y descrita en mis relatos australes de adolescente y adulta.
Y han tenido que pasar cinco meses y dos estaciones para que empiece a creer que aquello no fue un sueño, sino precisamente, la realización de uno de los más recalcitrantes y duraderos..
Conociéndome como lo hago, tarea que requiere por mi parte de un esfuerzo cotidiano, temía que aquellos días en Buenos Aires iban a ser un recital de llantos en sus distintas modalidades de moqueo, hipidos y lágrimas silentes. Y, en vista de que estaría permanentemente acompañda, me debatía entre la autorrepresión o el sano ejercicio de dar rienda suelta a las emociones, se manifestaran como lo hicieran.
Sin embargo, apenas fue necesario porque, en cinco días, lloré dos veces: frente a la puerta del hotel Plaza Francia y de camino a un puerto que, como un psicópata que se regodea en la tortura, me alejaría con lentitud desesperante de la Reina del Plata.
No podía llorar por fuera, aunque llorase sin parar por dentro, coyuntura preocupante, dada mi tendencia al lagrimeo más que fácil. Me preguntaba qué me estaba pasando. Me preguntaba por qué tanta emoción no salía a la luz del modo en que me tenía acostumbrada. Hasta que llegó la certeza y con ella, la respuesta: con las emociones ocurre lo mismo que con ciertos gases que, concentrados en cierta cantidad, no encuentran vía de escape, atenazados por la propia presión que ejercen.
Ayer empecé a asumir que estuve, que viví, dormí, reí y lloré (poco) en Buenos Aires. Que la Bombonera era la Bombonera, que la Cruz del Sur me iluminaba las noches, que 9 de julio era más que una fecha.
Ayer, los dos tesoros más valiosos que enriquecen mi vida, mis papás, aterrizaron en Ezeiza y fue entonces, al leer el primero de sus mensajes ("uno por aeropuerto pisado" es el trato, que alivia mi fobia al avión), cuando lo asumí y lloré, larga, tendidamente, serena; por fin, lloré.

- Miércoles, 14 de enero de 2008, 10:45 (hora española):
"Esto es Buenos Aires. Bajamos del avión. Emoción. Besos"

Tanta su emoción como la mía, consulto en internet la web de Ministro Pistarini: escribí tantas veces, ensoñándome en mi propia fantasía, un aterrizaje en "Eseisa" que tanta esperanza señalaba... Nunca imaginé que te saludaría desde el agua que te baña, desde el puerto que te regala.

- Miércoles, 14 de enero de 2008, 13:21:
"Instalados en el hotel bien temprano. Duchados. Calor. Salimos a patear BB. AA. Casi no nos lo creemos. Besote"

Desde que era un niño de posguerra ávido de lectura y carente de ella, se preguntó -entre la esperanza y el juego- si habría algún lugar en el mundo donde las estaciones caminasen en el sentido contrario. Sé que cuando sintió el calor en la piel, se emocionó como aquel niño de posguerra que fantaseaba.

- Jueves, 15 de enero de 2008, 00:15:
"Va terminando el primer día en B.A. Caluroso y magnífico. Vamos a cenar,y bien. hotel cojonudo. Besos"

Ambos tienen una (muchas, en realidad) capacidad de sabios: alegrarse y disfrutar con lo más pequeño y también, con lo mejor. A esas alturas, ya sabían lo que era la más sublime carne del mundo. Y a esas alturas, yo ya había conseguido asimilar y, por tanto, llorar. Todo un alivio.

- Jueves, 15 de enero de 2008, 00:44:
"Comimos como reyes y la cena es de emperaores. Mañana más. Beso"

Trato de ubicarlos: en el Hipopótamo, en el Británico... Aunque siendo como son de zascandiles, no me extrañaría que hubiesen dado con algún restaurante desconocido y fabuloso. Eso me recuerda que debo pedirles que escriban un diario de viaje con detalles de esos que tienden a quedarse en el olvido.

- Jueves, 15 de enero de 2008, 19:53:
"Fortísimo calor. Estamos en el Tortoni. Cansados y (muy) contentos. Aún queda día, seguiremos 'trabajando' a destajo. Mañana al fresco de Ushuaia. Besos"

En sólo cinco meses, tres miembros de una familia que siempre miró al sur del Sur con amor, curiosidad y ganas, cruzan el Atlántico para reunificar células al calor de un café.

Posiblemente sea mi peor texto. Sólo quería desprenderme de la pereza a golpe de teclado. Sabrán disculparme mis pocos lectores. ¿Hay alguien ahí?

martes, 4 de noviembre de 2008

I have a dream


I say to you today, my friends, so even though we face the difficulties of today and tomorrow, I still have a dream. It is a dream deeply rooted in the American dream.

I have a dream that one day this nation will rise up and live out the true meaning of its creed: "We hold these truths to be self-evident: that all men are created equal."

I have a dream that one day on the red hills of Georgia the sons of former slaves and the sons of former slave owners will be able to sit down together at the table of brotherhood.

I have a dream that one day even the state of Mississippi, a state sweltering with the heat of injustice, sweltering with the heat of oppression, will be transformed into an oasis of freedom and justice.

I have a dream that my four little children will one day live in a nation where they will not be judged by the color of their skin but by the content of their character.

I have a dream today.

I have a dream that one day, down in Alabama, with its vicious racists, with its governor having his lips dripping with the words of interposition and nullification; one day right there in Alabama, little black boys and black girls will be able to join hands with little white boys and white girls as sisters and brothers.

I have a dream today.

I have a dream that one day every valley shall be exalted, every hill and mountain shall be made low, the rough places will be made plain, and the crooked places will be made straight, and the glory of the Lord shall be revealed, and all flesh shall see it together.

This is our hope. This is the faith that I go back to the South with. With this faith we will be able to hew out of the mountain of despair a stone of hope. With this faith we will be able to transform the jangling discords of our nation into a beautiful symphony of brotherhood. With this faith we will be able to work together, to pray together, to struggle together, to go to jail together, to stand up for freedom together, knowing that we will be free one day.

This will be the day when all of God's children will be able to sing with a new meaning, "My country, 'tis of thee, sweet land of liberty, of thee I sing. Land where my fathers died, land of the pilgrim's pride, from every mountainside, let freedom ring."

And if America is to be a great nation this must become true. So let freedom ring from the prodigious hilltops of New Hampshire. Let freedom ring from the mighty mountains of New York. Let freedom ring from the heightening Alleghenies of Pennsylvania!

Let freedom ring from the snowcapped Rockies of Colorado!

Let freedom ring from the curvaceous slopes of California!

But not only that; let freedom ring from Stone Mountain of Georgia!

Let freedom ring from Lookout Mountain of Tennessee!

Let freedom ring from every hill and molehill of Mississippi. From every mountainside, let freedom ring.

And when this happens, when we allow freedom to ring, when we let it ring from every village and every hamlet, from every state and every city, we will be able to speed up that day when all of God's children, black men and white men, Jews and Gentiles, Protestants and Catholics, will be able to join hands and sing in the words of the old Negro spiritual, "Free at last! free at last! thank God Almighty, we are free at last!"


Amigos míos, os digo hoy: todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado en el sueño americano.

Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales”.

Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Georgia los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad.

Tengo un sueño: que un día incluso el estado de Mississippi, un estado sofocante por el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, se transformará en un oasis de libertad y justicia.

Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino por su reputación.

Tengo un sueño hoy.

Tengo un sueño: que un día allá abajo en Alabama, con sus racistas despiadados, con su gobernador que tiene los labios goteando con las palabras de interposición y anulación, que un día, justo allí en Alabama niños negros y niñas negras podrán darse la mano con niños blancos y niñas blancas, como hermanas y hermanos.

Tengo un sueño hoy.

Tengo un sueño: que un día todo valle será alzado y toda colina y montaña será bajada, los lugares escarpados se harán llanos y los lugares tortuosos se enderezarán y la gloria del Señor se mostrará y toda la carne juntamente la verá.

Ésta es nuestra esperanza. Ésta es la fe con la que yo vuelvo al Sur. Con esta fe seremos capaces de cortar de la montaña de desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las chirriantes disonancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a la cárcel juntos, de ponernos de pie juntos por la libertad, sabiendo que un día seremos libres.

Éste será el día, éste será el día en el que todos los hijos de Dios podrán cantar con un nuevo significado “Tierra mía, es a ti, dulce tierra de libertad, a ti te canto. Tierra donde mi padre ha muerto, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera suene la libertad”.

Y si América va a ser una gran nación, esto tiene que llegar a ser verdad. Y así, suene la libertad desde las prodigiosas cumbres de las colinas de New Hampshire. Suene la libertad desde las enormes montañas de Nueva York. Suene la libertad desde los elevados Alleghenies de Pennsylvania.

Suene la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve de Colorado. Suene la libertad desde las curvas vertientes de California.

Pero no sólo eso; suene la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia.

Suene la libertad desde el Monte Lookout de Tennessee.

Suene la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera.

Suene la libertad. Y cuando esto ocurra y cuando permitamos que la libertad suene, cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y cada ciudad, podremos acelerar la llegada de aquel día en el que todos los hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de juntar las manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: “¡Al fin libres! ¡Al fin libres! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos al fin libres!”

martes, 21 de octubre de 2008

Mi Buenos Aires querido y querible

Arreciaban todas las lágrimas del universo por dentro. Pero la emoción acumulada ejercía tanta presión en el interior, que ni una sola gota salada pudo fugarse por el lacrimal. Afortunadamente, algo había aminorado el peso de los fluidos oculares cuando por vez primera en mi vida, dejé de soñarte y te divisé en el horizonte diáfano, desde el faro de Colonia.

Cruzando el Río de la Plata de Este a Oeste y de Sur a Norte con rumbo a tus entrañas, los elementos se aliaron para hacer de mi llegada y tu recibimiento un espectáculo de colores más teatral o pictórico que prosaico y real. Atardecía el anciano invierno austral sobre las aguas inabarcables en tonos rojos de fuego, dibujándote esbelta, sólida y sosegada en un contraluz onírico.

A velocidad inversamente proporcional al latido de mi corazón acelerado y exultante, te acercabas a mí, mientras te contemplaba absorta y feliz, conmovida e incrédula, henchida de reverencia, evocación y amor; saturada de emociones, a punto de explotar.

Tu horizonte permanece en mis pupilas fresco, rojo y palpitante.

martes, 30 de septiembre de 2008

Ya va siendo hora


De dejar de fumar.
De escribir mejor.
De leer más.
De ignorar niñerías ajenas, tan ajenas.
De cumplir sueños.
De luchar por ellos, al menos.
De apuntarme al gimnasio por salud mental.
De quejarme sólo por lo que no depende de mí.
De no hacer tanto por quien merece tan poco.
De no hacer tan poco por quien merece tanto.
De saber quién soy.
De corregir errores.
De propiciar aciertos.
De hacer cosas sola, si no queda otra.
De no quedarme en casa por falta de compañía.
De dormir más la noche.
De vivir más el día.
De olvidarme de ti.

martes, 23 de septiembre de 2008

Yo nostalgio, tú nostalgias


Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más dócil
ni más cauta
tan sólo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabés
cómo te pienso y te enumero

después de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio
tú nostalgias
y cómo me revienta que él nostalgie

tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros

no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable

ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
con hondura
con franqueza

sé que voy a quererte sin preguntas
sé que vas a quererme sin respuestas

(Mario Benedetti)

Gracias, Iván, no sólo por el poema, sino ante todo, por la poesía.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Equinoccio autumnal

Llegó hace dos horas, indiscreto, como acostumbra. Triste, en mi opinión. Intempestivo, como le corresponde: precedido y acompañado de lluvia y gris, unas cuantas inundaciones y un atentado mortal de los asesinos de ETA.
Llegó en forma de equinoccio, quizá una de mis palabras preferidas, por su sonoridad entre lo místico, lo esdrújulo y lo arcaico.


Equitativo el equinoccio como corresponde a tan ecuánime nombre, hoy nos regala la maravilla excepcional de repartir a partes iguales día y noche: 12 horas para cada uno y que no discutan... Y que el agua no venga acompañada de truenos, relámpagos y vendavales, que amenazan unas ganas enormes de irrumpir en el festival de hojas caídas ya sobre las aceras.
Qué distinto este equinoccio en el hemisferio Sur: llega la primavera, celebrada por todo lo alto en Argentina y celebrada en todo lo alto de las copas de los árboles, que empiezan a vestirse de verde un año más.

Montevideo, Plaza de la Constitución.

A vosotros, australes hermanos, os crecen los días. A nosotros, los boreales de acá arriba, se nos encogen: 3 minutos por jornada a un lado y otro del Ecuador, donde ellos sí, disfrutan de la eterna primavera, quién pudiera.
Digamos, sin embargo, que tiene su encanto esta estación: en el orto lo tiene.
No, de verdad: la luz es única, los colores del campo despliegan una gama de naranjas, violetas, amarillos y rojos que, bailando en armonía con las nubes oscuras del cielo, dibujan paisajes de impresionismo pictórico exquisito. La lluvia se redescubre como placer que contemplar desde el otro lado del cristal, con un cacao calentito entre las manos, manta vieja alrededor y un rítmico tic-tic-tic de gotas que adormecen, que relajan, que entristecen en esa forma alegre de la tristeza nostálgica, serena.
Por lo demás, tiene el encanto en el orto (ahora, os toca reír). No: la cama es más paraíso que nunca en su mullida calidez protectora, donde sumergirse hasta las orejas, estiraaaaarse y disfrutar de las noches cada vez más largas.
Del encanto de tener que apagar el despertador cuando aún no ha amanecido, de los bajos de los pantalones calados, los catarros recalcitrantes y el viento helado... hablamos otro día. Hoy, demos la bienvenida al equinoccio, sea de otoño o primavera.