viernes, 25 de abril de 2008

Pasaporte a Dublín

Como Karina, años ha, cuando en el primer y genuino Operación Triunfo, luchaba al lado de otros dignos contrincantes por ser la representante española en la capital de Irlanda, que por aquel entonces era la anfitriona de Eurovisión, mañana meteré cuatro cosas en la maleta, casi casi literalmente, para embarcarme en un viaje de tres días a la que siempre será mi segunda casa: Dublín.

Sin embargo, una segunda casa a la que nunca regresaría para quedarme, pero a la que siempre querré volver para compartir con los que más quiero la belleza y la singularidad del lugar donde resucité, donde sufrí, aprendí, reí y lloré como pocas veces en mi vida.

Esta vez, me acompaña mi padre, ese hombre que en un año fue a verme cada dos meses con la maleta cargada de fruta, verdura y carne. Recuerdo que el solomillo de ternera era lo único que no resistía la cronología del trayecto, y siempre llegaba recién descongelado, así que, se convirtió en el ingrediente estrella de nuestra primera cena.

A mi madre, que sólo pudo ir unos días en Navidad, estuve siete meses sin verla. Me limitaba a hablar con ella por teléfono escasos minutos, cada vez que el presupuesto me lo permitía. Un día, en pleno ataque de nostalgia, les pedí a ambos que, a una hora determinada, acudieran a un banco determinado de una plaza determinada, unos dis mil kilómetros al el sur. La estrategia era que, a las once de la mañana (hora española), se acercaran a un banco de la Plaza Mayor de Salamanca, hacia donde por aquellos días, miraba una web cam puesta por nadie sabe quién. Así lo hicieron. Debía resultar extraño verme frente a un ordenador de un cibercafé dublinés rompiendo en un llanto que no cesaría hasta que, una vez en la calle, me dejé llevar por el viento, que me robó las amarguras y las añoranzas.


(Junto a mi amiga Halina, Ucraniana, en una de nuestras fiestas, al estilo de dos polizones, que se cuelan entre dublineses de clase alta como dos falsas VIP. Ella es uno de los mejores tesoros que conservo de la ciudad. Espero que pronto me haga esa visita que aún me debe. Hoy, con el pelo mucho más corto y las ideas mucho más claras, agradezco y valoro como se merecen aquellas noches en las que la compañía mutua nos llenaba por completo y bailábamos, reíamos, hablábamos y proyectábamos viajes futuros, prescindiendo de todos y de todo lo demás.)

Mañana vuelvo para disfrutar como turista lo que apenas sí pude conocer por la pura redundancia de quien, como habitante habitual, pasa por los lugares una y otra vez, pero sin poder saborearlos. Llegaremos ya para irnos a la cama. Y el domingo, madrugón, desayuno irlandés, calzado cómodo y a recorrer calles y lugares para siempre familiares: O'Connell Street (a la que a perpetuidad ya confundiré y permutaré el nombre con la madrileña O'Donnell), Grafton, Saint Stephen Green, Henry Street, Christchurch, el río Liffey junto a un café callejero...

Y una parada tan ritual como necesaria ante la escultura de Molly Malone, la mujer ficticia que, sin duda, más me ha marcado y a la que, en homenaje emocionado, rendiré mis lágrimas cuando ya de regreso en Salamanca, me tome media pinta a su salud en el pub que lleva su nombre.

Molly Malone, según cuentan, era vendedora ambulante de día y prostituta en las desapacibles noche dublinesas. Su vida fue, como su muerte -víctima de la fiebre amarilla- desgraciada, cruel y miserable. Nadie sabe si existió. Las versiones son tan variopintas como aquellos que las narran. Pero el símbolo de fortaleza y superación y de supervivencia ante la adversidad, me ayudó en mis peores días junto al tufo marino del Liffey. Por eso, os dejo su canción, quizá, la más popular de Dublín que, por cierto y como curiosidad, es cantada por un mendigo en los primeros instantantes de La naranja mecánica.



In Dublin's fair city,
Where girls are so pretty,
I first set my eyes on sweet Molly Malone,
As she pushed her wheelbarrow
Through streets broad and narrow,
Crying, "Cockles and mussels, alive, alive oh"!
Alive, alive oh! alive, alive oh!
Crying, "Cockles and mussels, alive, alive oh"!

Now she was a fishmonger,
And sure twas no wonder,
For so were her mother and father before,
And they each wheeled their barrow,
Through streets broad and narrow,
Crying, "Cockles and mussels, alive, alive oh"!

She died of a fever,
And no one could save her,
And that was the end of sweet Molly Malone.
Now her ghost wheels her barrow,
Through streets broad and narrow,
Crying, "Cockles and mussels, alive, alive oh"!


Prometo muchas fotos: imágenes y descripciones. Impresiones, anécdotas, recuerdos. Espero que las disfrutéis indirectamente tanto como yo lo voy a hacer. El martes que viene -avión mediante- nos vemos. Cuidaos mientras tanto y disfrutad de este clima ibérico sin precio, mientras yo me calo bajo la sempiterna lluvia, a seis grados, en la Isla Esmeralda. Sloan.

jueves, 24 de abril de 2008

Pingüinada

En mi Top 3 de animales predilectos ocupan la cumbre perros, koalas y pingüinos, no necesariamente en este orden. Posiblemente, los tres comparten una serie de características que se acoplan a mi personalidad y los hacen irresistibles para mí.
Representan la ternura, la calidez, la fidelidad, la protección.



Defiendo a ultranza la ternura sin complejos. El abrazo espontáneo, el beso auténtico y apasionado, el que puede darse (sin necesidad de lengua de por medio, aunque Dios bendiga los buenos besos lenguados), desde el corazón, tanto a un amigo, como a un amante, aunque el destino facial sea distinto, según el caso.

De mi madre, entre otras cosas que ya detallé el 27 de marzo, he heredado ese carácter sumamente físico que impone como necesidad abrazar y tocar a las personas más queridas. El tocamiento en sí, claro está, depende en sus formas de quién sea su destinatario. Y así debe ser, porque confundir los distintos amores con sus diferentes expresiones de afecto, conduce irremisiblemente al caos y el dolor. Desde el abrazo más sexual hasta el más inocente, creo que, si nos tocáramos más, seríamos más felices o menos desgraciados.

Pero me desvío, me desvío como siempre, llevada por el torbellino de pensamientos conexos e inconexos que, frenéticamente, revolotean por mi cabeza desde que empecé a tener conciencia del mundo que me rodea.

En definitiva, reivindico la ternura en su forma más pura e inocente. La ternura como terapia, como medicina, como combustible y motivación. La ternura como apoyo, como demostración de afecto, como cura y anestesia. La ternura sincera, desinteresada y gratuita. La que no busca recompensa, la que ni siquiera busca reciprocidad.

Volviendo al principio, encuentro esa ternura que busco y doy a malsalva en estos tres animales: perros, koalas y pingüinos, y quizá por eso los quiero tanto. En octubre, tuve la excepcional y milagrosa oportunidad de disfrutar una semana de vacaciones. Hacía tres años que había olvidado el significado del término. Primero Dublín y después dos años suicidas de carrera con una media del doble de asignaturas más que el resto de alumnos por año, me habían retirado del descanso y el sosiego. Así que, avisé en el periódico: me voy siete días. Y debí decirlo tan contundetemente, que nadie chistó. Otro milagro, dadas mis circunstancias laborales.

Así que, con un examen de convalidación de la carrera pendiente, mi padre y yo metimos cuatro cosas en la maleta, nos embarcamos en un avión y aterrizamos en Tenerife, dispuestos a triscar por los montes cosa mala, pero también a despatarrarnos en la playa, a la sombra del padre Teide.

Y una, que adora hacer eso que llama "turistadas" con los mismos complejos con los que vive la ternura -es decir, sin complejos- se empeñó en que no podíamos prescindir del "Loro Parque". Lógicamente, mi padre puso el grito en el cielo, pensando que aquello no era más que un amasijo de animales en cautividad y se negó en redondo. Pero quién se puede negar, después de que durante varios días le sobeteen la orejilla, narrándole las excelencias del mejor, más grande y completo pingüinario del mundo? Conclusión y resumen: para el Loro Parque fuimos. Por supuesto y para completar la turistada, en trenecito urbano, de esos que dan grima y vergüenza ajena. El mismo.

Cuatro veces, creo, como mínimo. Cuatro veces en el mismo día fuimos al pingüinario, alternando las visitas recurrentes con orcas, delfines, loros, monos y aves de todo pelaje. Cuatro veces y más, si por mí hubiera sido. Pingüinos de todo tipo y tamaño. Pingüinos adultos y jóvenes, pingüinos incubando huevos en poses hieráticas de elegancia sin parangón. Pingüinos paseando, saltando, rebotando de roca en roca, pingüinos nadando a la velocidad del viento, pingüinos charlando amigablemente, pingüinos reflexivos, pingüinos juguetones... Todo, en varios ambientes recreando a la perfección su hábitat natural. Incluso había una inmensa sala en la que un GPS reproducía las condiciones climáticas y cronológicas de la Antártida a tiempo real: nieve, viento, atardecer. Que sí, que mola más verlos en libertad y que es una putada, pero cuando un bicho es capaz de reproducirse con naturalidad en cautividad, mal no está. Y que resulta que una no tiene dinero para irse a la Antártida. Así que, eso.

Todo tan tierno, tan natural, tan auténtico, que hubo quien hizo tentativa de sacarme de allí a la fuerza. Y lo mejor: mi padre, contagiado de tanta belleza y tanta verdad (cautividad mediante), salió tan feliz, que me dijo: "Menos mal que me convenciste para venir; esto es una maravilla".

Lo dicho, señores, sin complejos. Al pan, pan.
Y al pingüino, güino.



Frase del día, con suculenta moraleja: "Los pingüinos no vuelan, porque se les olvidó que pueden hacerlo" ... A nosotros, con frecuencia, también. (gracias, María).

martes, 22 de abril de 2008

Yo soy una gringa puta de mierda

Esta noche, me apetecía fumarme el último del día leyendo blogs amigos, ajenos y revisando el propio, porque eso de encontrar un comentario nuevo -aunque hoy no haya habido suerte- es como (era) la mañana de Reyes.

Pasada revista a todo, entré en el correo, más que nada para comprobar si me habían mandado algo del periódico, donde acostumbran a ser intempestivos y a carecer de la más elemental empatía. Borrada la publicidad, señaladas con una estrella las alertas de Google para leer en otro momento y confirmado que un amigo se había acordado de mi cumpleaños tarde, pero que se había acordado, encontré uno de esos a menudo molestos avisos de Facebook: "Fulanito se ha hecho budista", "Menganito te ha mandado un regalo"... En este caso, viniendo de la persona que venía, la molestia era muy improbable. Era un mensaje de mi amiga María, lo que requería retrasar el descanso y leerlo, porque ella lo merece y se lo ha ganado tan a pulso, que cualquier agradecimiento sería insuficiente.

Se trataba de un vídeo magistral, tal sarcástico y tristemente cómico, que se me hacía obligatorio buscarlo en YouTube para compartirlo con vosotros. Instintivamente, tecleé las palabras "lección español gringas" y salió a la primera.

Por favor, insisto en que, los que nos disfrutéis de una buena conexión o veais esta entrada con poco tiempo, encontreis el momento para visionarlo. Son apenas dos minutos cargados de mensaje y humor ácido. ¿Qué más se puede pedir, cuando entre risas, uno puede reflexionar y aprender?

Ahí está:



María, mi amiga de relativamente reciente adquisición, que espero tan duradera como los días que pueda contar, vive desde hace cuatro meses en Montevideo (Uruguay). Por suerte, hoy no hace falta viajar a miles de kilómetros para conocer a quienes tienen lejos su hogar. Estamos rodeados de ellos. Algunos son unos solemnes hijos de puta a los que habría que deportar sin contemplaciones. Otros, la mayoría, son personas abnegadas, sin más ánimo que trabajar duro y labrarse un futuro digno y más o menos satisfactorio. Bien, si comparamos el número de hijos de puta con el de personas honradas, la desproporción en favor de los segundos es tan brutal como esclarecedora.

Yo misma, emigrante privilegiada que podía retornar en cuanto quisiera con sólo una llamada de teléfono, sufrí la xenofobia en Irlanda. Además, padecí el peso de los tópicos absurdos. A mí, una venerable ancianda irlandesa me robó en Dublín los 80 euros que había destinado a la compra de una bicicleta. Yo misma conocí a españoles en Dublín que, aprovechando la candidez nacional de no poner alarma a casi ningún producto, robaban a espuertas cantidades ingentes de ropa. ¿Sería justo que los irlandeses etiquetaran al conjunto de españoles como ladrones de mierda por ello? ¿Sería justo que lo pensara yo de ellos? La respuesta es obvia.

Gracias, María, por el vídeo. Aprovechando la coyuntura, me gustaría que nos contaras, a grandes rasgos, cómo son los uruguayos, sin tópicos. Porque eso también es cierto, hay características que, más o menos, definen la forma de vida y la idiosincrasia de un pueblo. Ser consciente de ellas y de los muchos matices que distinguen a unos de otros, es fundamental para el entendimiento mutuo.

Mi pequeña familia, os deseo un día fructífero y os mando un beso allá donde estéis.

Frase del mes: "Lo que se sabe sentir, se sabe decir", Miguel de Cervantes.

domingo, 20 de abril de 2008

Ella sí que sabe

Vídeo largo como un día sin pan, pero merece la pena verlo.



Algún día tenía que caer en la tentación de dejaros la letra de una canción. ¿Recordais que escribí sobre ello? Bien, hoy tengo motivos para hacerlo. Sin más que tristeza y desorientación, sin más que decir, sin más objetivo que esperar a la noche para dormir y sumergirme en la inconsciencia feliz de la fase REM. Porque "hoy el mundo se ha parao en la hora que no era".

Hoy el mundo ha dao una vuelta
pero nadie me ha avisao
hoy el tiempo me ha pillao
con un lío en la cabeza.
Tirao en la cama
con ganas de nada
hoy el tiempo se ha parao
en la hora que no era
.

Hoy el mundo ha dao una vuelta
pero no me ha preguntao

hoy estoy desafinao
hoy estoy de calavera.
Y el alma partida
la pena encendida
en la acera me he sentao
a esperar la primavera...


Primavera que no llega...

Hoy el mundo ha dao otra vuelta
pero no me ha despertao
hoy me levanté girao
hoy me levanté de vuelta.
De capa caida
peleao con la vida

hoy no estoy pa nadie
hoy estoy de vuelta

De vuelta de todo
de vuelta de nada
de vuelta y vuelta
tan joven y de vuelta...

Esta madrugada, a eso de las cuatro, yo también me senté en la acera a esperar la primavera. Me sentía incapaz de entrar en casa, porque ese no era el lugar donde debía estar en ese moomento. Porque ese no era el lugar donde quería nii donde tenía previsto estar a esa hora. Porque no quería dormir sola: no me correspondía. Así que, después de esperar durante muchos minutos que los faros del coche negro regresaran a mi calle para llevarme al lugar donde sí quería y debía estar, después de esperar minutos y minutos a que llegara la primavera, entré en casa con más frío por dentro que por fuera.

Besos mil, pequeños y pequeñas, desde las brumas del dolor.

jueves, 17 de abril de 2008

El 17... 27

Lo dicho, uno más, sin más. Nada cambia, aunque la justicia universal, esa que suele pasarme al lado, pero nunca llega a rozarme, me ha regalado hoy, y hace sólo un par de horas, un pequeño milagro que daba por imposible: ¡he hablado con Espinete!

Aunque más que un milagro, se puede considerar la recompensa a un esfuerzo de investigación y vehemencia. Mi trabajo me recuerda cada vez más al espionaje y cada vez menos al periodismo.

Pues sí, he hablado por teléfono con una emocionada y emotiva Chelo Vivares, la actriz que cada tarde se metía en el disfraz de Espinete y en nuestras casas, junto al bocata de nocilla, durante parte de nuestra infancia.

En fin, nada más por ahora: que hoy cumplo 27. Se agradecen felicitaciones de esas que hacen resurgir el ego, ibuprofenos varios, cariñitos sinceros y caldo de gallina para mi maltrecho pulmonamen, que más parece el de una anciana que el de una jovenzuela con los 30 como horizonte a medio plazo.

Besos mil, pequeños míos.

martes, 8 de abril de 2008

Hoy trabajas tú

Harta de mi verborrea y aplicando la más elemental empatía, he comprendido que escribo demasiado y demasiado poco con verdadera sustancia. Leo blogs de otros donde, en la mitad de líneas que yo, cuentan infinitamente más y mejor. Así que, en mi ánimo constante de aprender de los demás, hoy os cedo la patata caliente y os propongo un reto que espero tenga más éxito que los que lanzaba en mi fenecido Fotolog.

El encargo es así de sencillo: os pido que en unas líneas (5, 10) escribáis un relato, una reflexión, lo que os apetezca, a partir de la frase que a continuación os propongo. El único requisito ineludible es introducir la frase literalmente en el texto, sin cambiarle una coma: al principio, al final, en medio... Eso lo dejo a vuestra elección. Sois libres de hacer lo que el cuerpo os pida. El que desee extenderse más de las líneas recomendadas, tanto mejor. Os sugiero que sea pura ficción, porque creo que resulta un poquito más difícil escribir sobre lo que nos es ajeno y a veces, altamente terapeútico. Sin más, veamos mi poder de convocatoria. Aquí tenéis la frase:

"Te voy a dar un consejo: cómprate camisas nuevas. Yo te compraba las más feas que encontraba para que ninguna mujer se fijara en ti".

Diálogo absurdo de la semana: "¿Qué hora es? Chamartín".

jueves, 3 de abril de 2008

De anuncios y risas

Parafraseando la canción, "words don't come easy to me", aunque en mi caso, decir algo así y poneros los pelos como escarpias, debe ser todo uno, teniendo en cuenta mi incontinencia verbal. Y como las palabras no acuden a mí fácilmente, dado mi encerramiento de cuatro días de exceso de sueño por culpa de unas anginas como melones, he tomado la determinación de alegraros vista y alma con un anuncio y así de paso, probar eso del "embed" y de colgar vídeos, que se me representa hoy como un gran reto.

Así que, risas para quienes las necesiten y para los demás, porque reír nunca viene mal y en estos días locos de cambio de estación, menos. Veamos qué sale y si me libro de la que los expertos llaman "línea fantasma" del embed (si los del Instituto Cervantes me leyeran... sería la leche).



Oyoyoyyy... Pues la cosa ha salido bien a la primera -la suerte del principiante, imagino- y yo tengo muchos anuncios que mostrar y muchas risas que despertar, por lo tanto, proclamaremos oficialmente -y pasando de la ONU, ¡menuda novedad!- el 3 de abril Día Internacional de los Anuncios Cachondos que nos Alegran la Vida aunque no Compremos ni un sólo Producto del Anunciante, pero qué Majo que Es.

Cuando se trata de animales, casi no hay recurso más efectivo para la carcajada, sobre todo, si los humanizamos un poco. He aquí dos ilustrativos ejemplos de ello (San Embed Bendito, vela por nosotros, no nos faltes nunca, Amén):



Y si ya puestos, añadimos en off a una chicuela francesa que habla como Amèlie, el despiporre queda garantizado:



El sexo, tan presente -consciente o inconscientemente en nuestras vidas- como el aire que llena nuestros pulmoncillos; otro gran recurso para la sátira burlesca de los tópicos más manidos y añoñados por las omnipresentes comedias románticas -frase célebre: "La ñoñez es un pene edulcorado", Mr. Ferdinand-:



Aquí tienen ustedes el mismo proceso, pero con distinto fin, porque todo empieza y todo acaba, pero pocas veces sabemos de qué manera:



Aquí comienza lo bueno y mi campo de batalla -uno de tantos- cotidiano. Ahí, ahí, por la belleza real y el amor desprejuiciado. I believe in miracles...:



Como colofón, no vaya a ser que el embed se ponga en mi contra y todo esto se desparrame, el vídeo de un anuncio que, como todos, busca un target determinado y lo consigue, pero que cuanto menos, transmite un mensaje menos malsano que otros que persiguen y consiguen lo mismo. Por la belleza real, aunque haya mujeres auténticamente bellas y reales:



Besos muchos y alegría, toda la que se pueda. I believe in miracles.