jueves, 27 de marzo de 2008

60 soles en mi amanecer

Hoy cumples 60 y sólo desearía que fueran menos para poder disfrutarte más. Me quieres, me conoces y me comprendes como nadie, aunque te esconda alguna de mis tribulaciones, por aquello de las mentiras piadosas.
Creo haber heredado tu inteligencia y tu instinto, además de las migrañas, los gestos torcidos de otras mujeres cuando nos observan (misterio que nunca resolveremos) y una timidez enfermiza que tú ya, con el paso de los años, has aprendido a superar. Heredé de tu padre el color de los ojos que ningún hijo o nieto consiguió heredar.
Heredé tu pensamiento libre, tu tendencia a no prejuzgar -aunque haya momentos de debilidad-, tu fortaleza, tu curiosidad por todo, tu vehemencia, tu sentido de la justicia, tu empatía perpetua, tu forma desmedida de amar y entregarte, tu cabezonería sin par, tu aceptación -sin embargo- de los errores cometidos sin pudor, tu afán por aprender de todo y de todos, el cologismo no radical como forma permanente de vida, tu ensoñación lúcida y la fascinación por un cielo nocturno despejado y plagado de estrellas, en busca de Kasiopea, Orión y satélites, con la ilusión infantil de no identificar alguno de ellos y saber que no estamos solos.
Eres una castellana de libro y al mismo tiempo, la mujer más cosmopolita que he conocido. Pocas cosas te sorprenden y si algo te escandaliza, es síntoma de que seguro hay motivos para ello.
La gente acude a ti, como a papá, para contarte cosas que nunca contaría a otros, o para contártelas antes que a nadie. Porque aunque pocos saben el tesoro que se halla en ti, quienes lo saben, lo aprencian en su medida, que es casi desmedida.
Estás en tu "año jubilar" y cuentas los meses que restan hacia la libertad soñada; apenas tres. Entonces, quizá hagas ese curso postergado de masajes, quizá (lo deseo con todas mis fuerzas) viajes con papá a Perú, para compensar aquella luna de miel en la que no teníais un duro. Sé que sacarás jugo a cada minuto de tu jubilación, superando incluso los sinsabores de un hijo enfermo mental que has sabido hacer compatible con los momentos plenos.
Cuando salimos a fumar el último del día en el balcón y para superar el recio invierno salmantino bailamos como pingüinos cantando nuestra canción -güino, güino, pin, pin-... o movemos las caderas como péndulos, chocando las tuyas con las mías y haciendo el ganso... o cantamos a voz en grito... cuando iniciamos nuestro torneo de pedos y morimos de risa... cuando bailamos un tango mientras se cocinan los mejillones en salsa picante en la Thermomix... cuando topamos cabeza con cabeza como cabras locas en el pasillo o yo te empujo todo el corredor adelante mientras dejas el peso muerto hasta el cuarto de baño... cuando hacemos todas esas cosas que sólo yo puedo hacer contigo y sólo tú puedes hacer conmigo... Siento un escalofrío helado al pensar en el día que ya no estés y tenga que reprimir todo ese yo, que es mucho, y desaparezca para siempre todo ese tú, que es muchísimo.
Juntas, hacemos magistralmente el payaso, y mantenemos las conversaciones más intensas. Juntas, hablamos de todo y de nada con la naturalidad inusitada que nunca conocí. Juntas, hemos llorado hasta la extenuación y hemos reído hasta mojarnos los pantalones.
Aguántame por lo menos 60 años más para poder hacer juntas lo que hace de tú y yo la simbiosis más perfecta que nunca imaginamos. Aguántame mucho, mamá, que te necesito.

3 comentarios:

MaríaT dijo...

¿Sabes que tienes una tremenda capacidad de emocionarme?
Besooooooos

adam dijo...

Ambas teneis suerte.

Yo estoy a un año de la edad jubilar y la entiendo: El mayor lujo; tener todo el tiempo para lo que me gusta.

Buena herencia.
¿Gestos torcidos? Interesante.
¿cologismo? (jeje)

Facilidad para escribir, y valentia para mostrar sentimientos. Buena mezcla.

f.c.p dijo...

Que nos duren mucho...

Ya decía mi abuelo, que no os falte nunca, y sus temores se materializaron cuando se marchó.
Tengo una frase de mi cosecha, que creo guarda bastantes verdades. "Cuando falta el león, raudas y voraces acuden las pútridas hienas, despedazando y corrompiendo todo lo bello que quedaba". Y eso es algo, que tristemente he tenido que comprobar en numerosas ocasiónes.