miércoles, 26 de marzo de 2008

Hoy, premio para quien lea hasta el final

Creo que sé el porqué. Mi teoría: la gente se lía a trascribir canciones y poemas en sus respectivas 2.0 para:

1.- Expresar con las palabras de otros sentimientos propios.

2.- Fulminar una de las perores sensaciones humanas: la impotencia, en este caso, por no ser capaces de encontrar en el lenguaje lo que el corazón nos dicta y que sin embargo, necesitamos expulsar para el vital desahogo.

Dicen que toda teoría tiene sus excepciones, que son precisamente las que la hacen fuerte y la confirman -aunque demasiadas excepciones a veces son un grito en contra de ciertas teorías y al mismo tiempo, conforman una nueva y antitética de la primera-.

Esta es, pues, mi excepción. Pretendo escribir con la mayor habitualidad posible en el blog porque creo que me hace bien, extrañamente. Para qué darle más vueltas a lo bueno, con lo raro e infrecuente que es. Sin embargo, embotada con un encargo profesional enjundioso y cachondísimo visto desde fuera, hoy, como otros muchos días, tengo el cerebro seco y al tiempo, bullendo de actividad neuronal y de cosas por decir. No está seco entonces; está sólo agotado. Deseando regodearse en el dolce far niente por unas horas; tiempo muerto.

Pero, en homenaje sin pretensiones a mi padre, no quiero dejarme vencer por la desidia. Y estoy de acuerdo con eso de que el hábito crea la acción, aunque me temo que es algo que:

1.- Acabo de inventarme...

2.- Está pésimamente expresado...

3.- 1 y 2 son correctas.

De forma que, si no hay ánimo para inventar, usaré los inventos de otros, tratando de que sean enriquecedores y positivos. Reflexión de última hora: ¿Habéis reparado, pequeños míos, en que "positivo" y sus derivados, más "energía" y sus ídems (a veces combinados incluso), son términos de rabiosa moda?

Pero claro, una se debate entre la bonita letra de una bonita canción, porque quiere cuidaros y dejaros energía positiva -¡toma ya!-, o un bonito poema o la bonita introducción de una bonita novela... Y resulta que como tengo media vida material y espiritual en Salamanca -¿para cuándo una oportunidad, Madrid?-, mis canciones, novelas, poemas (casi todos) están allí. Y ponerse a buscar en Google así, al tuntun, da un poco de grima... Y más aún a las tres menos veinte de la madrugada, que se dice bien... Y eso que tengo que llamar mañana a Alaska (no a la cantante, ¡al Estado!).

Pues bien, por estas y otras razones, pequeños míos, me arriesgo y cojo el libro que tengo encima de mi mesilla para trascribir losprimeros párrafos merecedores que encuentre de mis intenciones. Habrá que seleccionar, porque el tocho en cuestión tiene mucho contenido político y hoy no estoy para mandangas. Tengo suerte: todo el ensayo autobiográfico se divide en capítulos que se alternan bajo sólo dos títulos: Guerra - Amor - Guerra - Amor... Éxtractos sueltos, inconexos, a ver si consigo (en los que alberguéis algún prejuicio hacia esta obra, cosa que no sé si ocurre, aunque sería muy probable) despertar en vosotros las ansias de leer los que faltan.

Deduciréis que la truñez política se concentra en la guerra, así que esa parte, por hoy, descartada (sólo por hoy y sí: es una amenaza). Me quedo con las ganas de dejaros con la duda y que tratéis de adivinar título y autor, pero como estrategia, está ya muy manida, así que, solución, al final del párrafo. Vamos allá (coño, la niña, para no tener nada que decir, se ha comido solita una docenade párrafos):

- Los hombres que no han conseguido penetrar en el conocimiento de una mujer templada de apariencia insondable y sin aspavientos exhibicionistas se han perdido la degustación de la parte más civilizada y menos zoológica de la vida.

- Afortunadamente, los enemigos jamás se percataron de la dicha que rodeaba mi vida; igualmente como en la actualidad, me creían resentido y trastornado. De lo contrario, hubiera tenido todas las bazas para no estar hoy entre ustedes. Tengo comprobado que nada exaspera tanto a los mezquinos como la felicidad ajena.

- No puedo remediar que me invada un sentimiento de compasión hacia ese infortunado colega que trabaja sin público, mientras yo me desperezo en la cama encandilado por el strip-tease inverso de Dolors vistiéndose. [...] Estos pensamientos me vienen a la cabeza en la cama, donde resulta muy cómodo reflexionar sobre los demás. Y mucho más todavía hacerlo zambullido en la agradable incandescencia que Dolors ocupaba hace unos instantes, y a la que rápidamente asalto porque me parece irradiar aún un halo de su persona. A este respecto, siempre me planteo la misma cuestión científica o metafísica: ¿por qué será más agradable su calor que el mío?

- La destreza de mi mujer, realizando perfectamente varias tareas a la vez, me tenía encandilado, hasta que llegué a comprender que Dolors era una aspirante a yiddishe mame. Este nombre se aplicaba en Polonia a las mujeres judías que eran capaces de hacer siete cosas al mismo tiempo. Naturalmente, la yiddishe mame era la cota más máxima, pero también había las de seis, cinco o cuatro cosas simultáneas, que gozaban de muy alta consideración. La fama de tan formidable habilidad corría por el pueblo o barrio donde habitaba la prodigiosa mujer, como el más prestigioso currículo femenino.
Todavía no soy capaz de precisar el número de asuntos distintos que puede resolver Dolors en un tiempo récord; creo que está entre cinco y seis. Pero lo más admirable de la proeza es que ella los ventila sin precipitación alguna, con esa serenidad que la caracteriza y que seguramente es la clave del acierto en cada cosa.
Prepara una paella, atiende una gestión al teléfono con el inalámbrico apoyado en el hombro, en la otra encimera está elaborando el segundo plato, me da instrucciones gestuales para que vaya a comprar el pan, dispone la mesa y los cubiertos para dos invitados y pone unos troncos en la chimenea a fin de avivar el fuego. Suman seis, y todo en escasos minutos. Es un cuadro espectacular al cual estoy acostubrado, pero los invitados, si aparecen antes de la hora, quedan asombrados. Y la sorpresa no es sólo por la demostración múltiple, sino por el éxito gastronómico y la tertulia posterior que ella suavemente conduce, sin que nadie repare en ello. [...]
En tales casos, la admiración de los demás ante Dolors me causa mayor satisfacción que cualquier éxito de mi actividad artística. A menudo, me mueve un excéntrico impulso de exhibirla al mundo para la que la conozca y la aplauda, pero entiendo que esto forma parte de mi deformación profesional. Para una personalidad tan especialmente discreta como la suya, la exhibición significaría un panorama terrorífico.

Título: Adiós, Cataluña. Crónica de amor y de guerra. Autor: Albert Boadella.

Ale, a palo seco: sin links, fotos ni vídeos.

Frase del mes: "No empujes mucho esta noche, hijo... De leña, quiero decir".

3 comentarios:

Maximus dijo...

Hermoso. También está muy extendido eso de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, y Boadella por una vez no parece la excepción.
Añado yo otra frase sin pretensiones de lograr la popularidad de la anterior, ni siquiera de aspirar a ser cierta: detrás de todo hombre excepcional se esconde la capacidad de valorar la excepcionalidad que le rodea.
Besos y salúdame a Alaska.

MaríaT dijo...

Te quieroooooooo
¿Por qué? Porque leerte es como sentarse contigo y charlar con un café por medio... ¡Tendremos tiempo!
Besos

f.c.p dijo...

- Los hombres que no han conseguido penetrar en el conocimiento de una mujer templada de apariencia insondable y sin aspavientos exhibicionistas se han perdido la degustación de la parte más civilizada y menos zoológica de la vida.

Bien.

Lo de la leña, será para contar por los siglos de los siglos.
Besos