lunes, 31 de marzo de 2008

Lunes de Aguas: putas y hornazo

Es una de esas festividades tan únicas como absurdas y anacrónicas, que se siguen celebrando porque la juerga es siempre bienvenida. Pero se celebra aún porque a nadie le amarga pasar la tarde del lunes en el campo a base de vino, comida contundente, partidillos de fútbol y cartas.
Lunes de Aguas: dos domingos después del fin de Semana Santa. Como la inspiración no me acompaña, pero las ganas sí, os explicaré el porqué de una festividad que sólo se celebra en Salamanca (básicamente, plagiando la Wikipedia, que recuerda siglos y reyes mucho mejor que yo; de modo que, quien desee ahorrarse la espesura con la que hoy escribo, puede acudir a ella):

Al parecer y aunque la leyenda contada así no se sostiene por ningún lado, fue en torno al siglo XVI cuando Felipe II publicó unas ordenanzas por las que las prostitutas que ocupaban la Casa de la Mancebía debían ser trasladadas justo antes del inicio de la Cuaresma -a partir del Miércoles de Ceniza- fuera de la ciudad, es decir, al otro lado del río Tormes, con el fin de evitar tentaciones a los salmantinos, quienes, en esa época de recogimiento y preparación para la Pascua, debían rehuir el pecado -la lujuria y el adulterio en este caso- más que nunca.
Así que, siguiendo el mandato del rey, las prostitutas eran trasladadas en barca -primer patinazo que me rechina de la leyenda, dado que Salamanca contaba con un espléndido puente romano que habría facilitado el traslado y ahorrado tiempo, pero en fin, sucumbamos al romanticismo historiográfico- hasta la otra ribera.

De esta forma, las meretrices permanecían custodiadas fuera de la urbe por un cura -conocido popularmente como Padre Putas; segundo rechine, teniendo en cuenta el acojone general de la época con la Sacrosanta Iglesia Católica- hasta el primer lunes después del Lunes de Pascua, fecha en la que, en medio de una gran fiesta, se las devolvía a Salamanca en las mismas barcas, pero esta vez, adornadas con primor. Cuentan que los estudiantes de la universidad acompañaban la celebración con bebidas, bailes y hornazo: volvía la carne y tras una Semana Santa triste y silente, volvían el bullicio y la vida.
Son contados los años en los que he salido al campo para celebrar el Lunes de Aguas, aunque más escasos todavía los Lunes de Aguas en los que he comido hornazo. Sin embargo y en la distancia, lo echo de menos. ¿Para cuándo una Paloma o un San Isidro en condiciones?

Frase del día: "Come, hija, que hoy has empujado mucha leña".

4 comentarios:

adam dijo...

Me gusta cuando, de pasada, nos muestras los chirridos de la leyenda.

Evitaban el adulterio de los salmantinos...¿y el de las salmantinas? Y estas ¿con quien?

Me temo que el padre acabo en el infierno. Se que intento convertirlas, pero las razones de ellas eran mas poderosas.

La frase me parece genial

MaríaT dijo...

Es de esas fiestas que hacen más grande aún a la capital charra. Pues mis cinco años de estancia estudiantial salmantina han tenido lunes de aguas con comida a orillas del Tormes y hornazo, por supuesto.
Ya compartiremos una parrillada en otras orillas, ¿te parece?
Besos

Isabel dijo...

No conocía esta fiesta, ni tampoco la leyenda, gracias por traerla a nosotros y dejarnos aprender un poco más. Besos.
http://senderosintrincados.blogspot.com

f.c.p dijo...

Creia que el mandato era de parte de Isabel la católica, pero bueno; da igual quien hubiese hecho el edicto cuando tenemos una tradición de cientos de años.
Tradición que me trae recuerdos de tardes en mi Itaca, rodeado de piedras enormes, de tumbas moras donde en ese presente, se creaba vida microscópica, de espiar a parejas fogosas, y, con la boca abierta, comprender aquello por lo que los mayores se soliviantaban y enardecían tanto...

Ahora esta querida tradición de celebración primaveral se ve salpicada de comas etílicos, inmundicia flotando en nuestro amado Tormes, y violencia juvenil.

A veces querría empequeñecer y volver al pasado.
Besos